Las acciones habituales no son necesariamente las que más nos convienen en toda ocasión. Es importante ir abriendo nuestro repertorio de respuestas y de actitudes para poder así propiciar que crezca nuestro mundo. Cuando decidimos hacer esto pueden surgir miedos, inseguridades porque caminamos por lugares nuevos o por lugares que en otras ocasiones nos han causado unas desazones que nos han hecho volver a nuestra zona de confort (a nuestra realidad vista en zapatillas).
Me gustaría tener una fórmula para resolver estos lastres: no la tengo. Rezar ayuda: dejamos nuestras maquinaciones, generadoras de miedo y abandonamos una responsabilidad que no nos corresponde. Lo nuestro es aprender a amar con esponjosidad y porosidad: donde hay miedo y maquinación todo se convierte en roca.