viernes, 13 de agosto de 2010

Aristocracia de corazón o de lo ridículo y sublime

Desaparecida la aristocracia stricto sensu, nace de la mano de los románticos la aristocracia de corazón, que no se manifiesta en el mundo ni por el dinero ni por el poder, de ahí que su nobleza se mueva entre lo sublime y lo ridículo. Pienso ahora en Oscar Wilde a la hora de su muerte en París, arruinado, pero resintiendo con pasión en sus momentos finales. Así hablan sus palabras al último amigo que le acompañaba ante el horripilante papel de la pared de la habitación: "Lo sabía: uno de los dos se tenía que ir". Sic transit.